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Si no quieres que una empresa tenga tus datos personales tendrás que renunciar a Internet.


El éxodo inició cuando los más recientes cambios en su política de privacidad hicieron que millones de usuarios se cuestionarán sobre si permanecer en WhatsApp; solo tres días después, 25 millones ya habían abierto una cuenta con el histórico rival, aunque por números competencia lejana, Telegram. Pero que Telegram o Signal recopilen menos datos tiene una explicación muy sencilla: ninguna de las dos tiene un socio financiero o pertenece a un conglomerado de la magnitud de Facebook que está en proceso de construir su propia plataforma de pagos, explica la abogada en derecho Cinthya Solis.


Puede que abandonar WhatsApp libere del estrés que cause darle todo a Zuckerberg, pero también impedirá a los usuarios acceder a otras bondades del sistema. Al final si uno quiere eliminar su rastro digital, no basta con participar en el éxodo.


Facebook no tiene la mejor de las reputaciones en cuanto a control y manejo de protección de datos personales. Hasta los menos interesados en el tema han escuchado hablar de Cambridge Analytica, y aunque la responsabilidad completa no es atribuible a Facebook, poco importa para la opinión pública.

Si a ello se le suma el tamaño del monstruo, y algunas demandas que tienen como miras desintegrar Facebook, es lógico pensar que el tema de fondo, el verdadero culpable de la polémica ocasionada a inicios de enero, no son los términos y condiciones (cuyos cambios que entrarán en vigor el 8 de febrero son menores), sino un tema de imagen pública.

El tema no es nuevo, pero desde hace días tomó un nuevo nivel en la conversación pública cuando WhatsApp permaneció por días como trending topic y hasta el Instituto Nacional de Transparencia en México se tomó un tiempo para echar un vistazo a los términos y condiciones.


Pero incluso entre quienes han decidido abandonar WhatsApp, hacerlo confiando en que al instante Facebook dejará de tener datos personales es ingenuo, cuanto más si se tiene un perfil de Facebook, o si la red de contactos de uno continúa teniendo algunos de los servicios de la empresa, incluyendo Instagram.


"Nuestro rastro, nuestra huella digital, por mucho que queramos cuidarla y se trate de que no se moneticen nuestros datos personales, la huella va a seguir ahí. Simplemente se necesitan protocolos para navegar por Internet, como el protocolo IP", explica Sampieri.


No hay un traje a la medida en la política de privacidad de usuarios de servicios digitales; así como habrá usuarios que no tengan inconveniente con que sus datos sean usados con fines de monetización habrá quienes opten por usar servicios cuyo modelo de negocios sea otro, y eso está bien. Lo importante es saber a quién y cómo se le otorgan datos, enfatiza Sampieri, y eliminar la creencia de que si un servicio es gratuito, entonces el negocio es el usuario. Migrar a Telegram o Signal no acabarán con el problema, pero que un debate se haya desatado en las últimas semanas con la intensidad que sucedió, nos pone en el camino correcto.


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